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martes, 8 de septiembre de 2009

Faltan obreros en la míes


Seguir a Jesús sigue siendo una moción del Espíritu Santo, también en esta época. La vida consagrada está en crisis iniciada después del Concilio Vaticano II y está fuertemente golpeada por la globalidad que vive la sociedad. Se perdió la identidad. Los estilos están en crisis y permanecerán seguramente sólo aquellos que tengan una espiritualidad estable y probada. Una espiritualidad que verdaderamente haga presente a Jesucristo. Faltan obreros en la míes, el campo es mucho más basto que antes.

Conversemos, ¿cuáles son las consecuencias de esta crisis? ¿qué debería cambiar en la vida religiosas apostólica y comunitaria?